Recibir el diagnóstico de asma felina para nuestro querido compañero puede generar preocupación. Es natural sentir incertidumbre sobre qué significa esta condición y cómo podemos ayudar a nuestro gato a llevar una vida plena y cómoda. La buena noticia es que, aunque el asma felina es una enfermedad crónica (una inflamación de las vías respiratorias que no tiene cura definitiva), con el manejo adecuado y cuidado constante, la mayoría de los gatos asmáticos pueden disfrutar de una excelente calidad de vida.

1. Minimiza los Desencadenantes Ambientales

Uno de los pilares del manejo del asma es reducir la exposición del gato a elementos que puedan irritar sus vías respiratorias y desencadenar un ataque. Presta atención a:

  • Polvo y Ácaros: Mantén la casa lo más limpia posible, aspirando regularmente (idealmente con filtros HEPA) alfombras, muebles y cortinas. Lava su ropa de cama con frecuencia.
  • Humo: Evita fumar dentro de casa. El humo del tabaco es un irritante muy potente.
  • Aerosoles y Perfumes: Reduce el uso de ambientadores, lacas, desodorantes en spray, productos de limpieza con olores fuertes y perfumes cerca de tu gato.
  • Arena Sanitaria: Opta por arenas sin polvo y sin perfume. Las arenas aglomerantes de baja calidad o las muy perfumadas pueden ser problemáticas.
  • Polen y Otros Alérgenos: En épocas de alta concentración de polen, mantén las ventanas cerradas y considera usar purificadores de aire.

2. Sigue Rigurosamente el Tratamiento Veterinario

Es fundamental administrar la medicación exactamente como la prescribió el veterinario. El tratamiento suele incluir:

  • Corticosteroides: Para reducir la inflamación de las vías respiratorias.
  • Broncodilatadores: Para relajar los músculos de las vías aéreas y facilitar la respiración, especialmente durante las crisis.

Muchos de estos medicamentos se administran eficazmente mediante inhaladores con una cámara espaciadora especial para gatos (como el AeroKat). Este método lleva el medicamento directamente a los pulmones, minimizando efectos secundarios. ¡La constancia es clave! No interrumpas el tratamiento aunque tu gato parezca estar bien, a menos que tu veterinario así lo indique. Nunca le administres medicamentos para humanos.

3. Crea un Ambiente Tranquilo

El estrés puede ser un desencadenante importante de los ataques de asma. Procura un entorno calmado y predecible para tu gato. Asegúrate de que tenga lugares seguros donde esconderse si se siente ansioso, mantén una rutina estable de alimentación y juegos, y evita cambios bruscos en el hogar.

4. Controla su Peso

El sobrepeso puede dificultar la respiración y agravar los síntomas del asma. Si tu gato tiene kilos de más, habla con tu veterinario para establecer un plan de alimentación adecuado y seguro para ayudarle a alcanzar un peso saludable.

5. Aprende a Reconocer las Señales y Actuar

Es vital que sepas identificar los signos de un ataque de asma (tos persistente, sibilancias al respirar, dificultad respiratoria) y, sobre todo, reconocer una emergencia. Si notas que tu gato respira con la boca abierta, sus encías o lengua se ven azuladas, o su abdomen se mueve exageradamente al respirar, busca atención veterinaria de urgencia inmediatamente. Monitorea su frecuencia respiratoria en reposo (lo normal suele ser menos de 30 respiraciones por minuto) para detectar cambios.

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