El megaesófago en caninos, que en pocas palabras consiste en una pérdida de movilidad y gran dilatación del esófago, es una enfermedad de pronóstico grave y que por lo general se la asocia con los perros ya que ocurre en mínimas proporciones en los felinos. Si no se trata adecuadamente, esta enfermedad puede resultar letal o comprometer considerablemente la salud de nuestra mascota. En el artículo de hoy te contamos en qué consiste la lesión del megaesófago y qué tipo de síntomas y tratamientos existen en la actualidad para sobrellevar la enfermedad.

El megaesófago en los perros

Cuando hablamos de “megaesófago” hacemos referencia a una lesión que se produce en dicho órgano del cuerpo en virtud de una gran dilatación del mismo seguida de pérdida de movilidad. Como consecuencia de esta dolencia, se puede llegar a perder enteramente la movilidad que se requiere para que los animales puedan deglutir alimentos sólidos y líquidos. Esta dilatación del esófago no suele producirse en perros de tamaño pequeño, siendo más frecuente en razas grandes como los labradores, los pastores alemanes o el gran danés conocido por sus proporciones físicas.

Algunos perros pueden nacer con el megaesófago, pero lo más común es que se desarrolle con el paso del tiempo. Existen algunas circunstancias que pueden derivar en esta enfermedad o que la pueden provocar:

  • Previos tumores en la zona del esófago
  • La presencia de un objeto extraño en el esófago del animal
  • Infecciones y parásitos
  • Inflamaciones en todo el sistema gástrico
  • Enfermedades de tipo neuromuscular.

¿Cómo nos damos cuenta si nuestro perro padece de esta dolencia? Lo cierto es que los síntomas para una situación de megaesófago en caninos son bastante claros, y debemos acudir a un profesional de la medicina veterinaria cuanto antes al notar la aparición de cualquiera de ellos.

  • Tos
  • Secreciones que se producen por vías nasales
  • Vómitos sin motivo
  • Pérdida de peso y ausencia de apetito
  • Halitosis o mal aliento
  • Problemas de crecimiento

¿Cómo se diagnostica el megaesófago?

Ante la primera aparición de cualquier signo o síntoma mencionado anteriormente, es fundamental que acudamos cuanto antes al médico veterinario para que pueda realizar un extensivo examen de nuestra mascota y verificar su previo historial clínico en el que se pueden encontrar indicios para dar un diagnostico adecuado.

Las pruebas habituales para diagnosticar una enfermedad de estas características suelen ser de análisis tanto de sangre como de orina, pudiéndose también realizar una esofagoscopia para verificar si existen cuerpos extraños en el esófago del animal y retirarlos. Una vez diagnosticada la enfermedad, el tratamiento dependerá de las circunstancias y la gravedad de la misma, pudiendo incluso llegarse a requerir cirugía.

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