En nuestro día a día, compartiendo la vida con nuestros amigos de cuatro patas, aprendemos a conocer sus hábitos, sus manías y sus pequeñas rutinas. Sabemos cuándo tienen hambre, cuándo quieren jugar y cuándo solo buscan un mimo. Pero, ¿qué pasa cuando esos hábitos cambian de forma sutil? A veces, detrás de un comportamiento aparentemente inofensivo, como beber más agua de la cuenta, puede esconderse una condición que necesita nuestra atención. Hoy vamos a hablar de la diabetes en perros, una enfermedad más común de lo que pensamos y cuyas señales tempranas todos deberíamos aprender a reconocer.
Presta atención a los cambios y conoce las 4 «P» de la diabetes
La diabetes mellitus en perros es una enfermedad endocrina en la que el cuerpo no puede utilizar correctamente la glucosa (el azúcar en la sangre), ya sea por una producción insuficiente de insulina o porque el organismo no responde a ella como debería. La insulina es la hormona encargada de que la glucosa entre en las células para ser usada como energía. Cuando este proceso falla, el azúcar se acumula en la sangre, dando lugar a una serie de síntomas que, como dueños atentos, podemos detectar.
Los veterinarios a menudo nos referimos a las señales clave con una regla fácil de recordar, conocida como las «4 P»:
- Poliuria (orinar mucho): ¿Has notado que necesitas sacar a tu perro con más frecuencia? ¿O quizás ha tenido algún accidente en casa, algo que no hacía desde que era un cachorro? Cuando hay un exceso de glucosa en la sangre, el cuerpo intenta eliminarla a través de la orina, lo que aumenta considerablemente la cantidad y la frecuencia.
- Polidipsia (beber mucho): Como consecuencia directa de orinar más, tu perro sentirá una sed insaciable. Verás que su bebedero se vacía mucho más rápido de lo habitual. Es el intento de su cuerpo por compensar todo el líquido que está perdiendo.
- Polifagia (comer mucho): Puede parecer contradictorio, pero un perro diabético a menudo tiene un apetito voraz. Aunque hay mucha glucosa en su sangre, sus células no pueden absorberla para obtener energía. Esto envía una señal constante de hambre al cerebro: el cuerpo cree que necesita más combustible.
- Pérdida de peso: A pesar de comer más, e incluso con desesperación, es muy probable que notes que tu perro adelgaza. Esto ocurre porque, al no poder usar la glucosa, su organismo empieza a descomponer las grasas y las proteínas de los músculos para obtener la energía que necesita para vivir.
Existen otras señales a tener en cuenta
Además de estos cuatro pilares, hay otros síntomas que pueden aparecer y que nos indican que algo no va bien:
- Letargo y debilidad: La falta de «combustible» en las células se traduce en un perro más apático, con menos ganas de jugar o pasear.
- Pelaje opaco y sin vida: La desnutrición a nivel celular también afecta a la salud de la piel y el pelo.
- Cataratas: Un nivel elevado de azúcar en sangre mantenido en el tiempo puede provocar que el cristalino del ojo se nuble, llevando a una pérdida de visión que puede ser muy rápida.
Qué hacer si sospechas que tu perro tiene diabetes
Si has reconocido varias de estas señales en tu compañero, lo más importante es no entrar en pánico, pero sí actuar con prontitud. El siguiente paso es fundamental: pide una cita con tu veterinario de confianza.
No intentes hacer diagnósticos por tu cuenta ni cambiar su alimentación drásticamente. En la clínica, realizaremos un examen completo y unas sencillas pruebas de sangre y orina para confirmar o descartar la presencia de diabetes.
La buena noticia es que, aunque la diabetes es una enfermedad crónica, se puede controlar con éxito. Con un tratamiento adecuado que suele incluir insulina, una dieta específica y una rutina de ejercicio, tu perro puede seguir disfrutando de una vida plena, feliz y llena de vitalidad. La clave, como siempre, está en la detección temprana y en el cuidado y amor que le brindamos cada día.